Incomodidad. Sonido. Movimiento repetitivo. Censurado. Su representación molesta a los oídos y es tan contundente como la bala de cañón; la piel hirviendo, el sujeto volando, y los demás incomodos queriendo negar el calor del cuerpo. Sin embargo, cómo reprochar lo aprehendido?
Será que trasciende los tabúes, lo moral y ético de las sociedades aquel acto inmoral, grotesco, fascinante, íntimo y excitante ¿será este el acto donde puedo demostrar la legitimación que tengo sobre mi cuerpo sexual o será otra ilusión que ha colonizado mi mente con la idea de acto natural? o ¿el acto de legitimación es aquel dónde yo decido asumir el control de mi energía y transmutar aquel volcán de energía sexual como eslabón base para alinear aquellos puntos de energía que habitan mi cuerpo?
Lo prohibido, lo mas apetecido. Aquello que pasa por nuestra mente, lo mas burdo, soez y reprochable es aquello que nos incita mas al hecho. El morbo y el sarcasmo con el que se propone cada situación llevan al lector a tener una sensibilidad mucho mas grande, no solo por querer llegar a un absoluto, sino porque es un tema que se sobrepone sobre sensibilidades y trasciende el pensamiento. Se trata de el dominio del cuerpo sobre la mente y del ser desinhibido moralmente, porque para leer… hay que tener la mente abierta.
¿En busca de la felicidad?
Quien te la puede dar, el placer no proviene del exterior.
Lo que vemos, oímos tocamos y sentimos es una experiencia puramente personal o ¿acaso alguien sabe cómo se percibe el dulce o el ácido en mi boca?, este es un placer solo mío. Y bien sabido que jamás entenderemos como lo perciben los demás.
Significado de reproche, pecado, tabú, sucio, indecente, fácil, inmoral o significado de autoconocimiento, autoestima, intimidad, solo o acompañado.
El tabú de entender que habitamos una piel a la que le tememos o de la que nos avergonzamos.
El tabú de saber que no llegamos al placer con otros, sin conocer el propio
Un susurro en la cercanía, un tabú no fuera de la realidad. Es nombrado en aquellos espacios de libertad colectiva, pero es inmoral con gente en la cotidianidad. ¿Se nombra? si, ¿lo conocemos? – también ¿ Es bueno? -No lo sé, ¿Es malo? Tampoco sé. ¿Lo asumimos con tranquilidad? – eso de cada quien, ¿Es excitante? quizás, tal vez. ¿Y cómo se escucha? – ruidoso, molesto, censurado, sin palabras, quizás placentero, estimulante, grotesco, mal nombrado, doble sentido, prohibido, en fin un laberinto de definiciones o significados.
Al ver la imagen evoco lo clásico, la antigüedad y la sencillez; inmediatamente, recuerdo una tarde de septiembre, en vísperas de un aniversario familiar, cuando mi abuela al calor de un delicioso chocolate con pan y queso, buscó y rebuscó la parte baja del viejo armazón rojizo, allí reposaba un sobre de manila donde habían muchas hojas con un color amarillo pálido y con el olor peculiar que toman las hojas al ser guardadas por mucho tiempo, y que pese a ser extraño no deja de ser exquisito, esas hojas le recordaban a mi abuela sus épocas jóvenes donde dirigió la emisora del pueblito, los cursos de costura, de primeros auxilios por parte de la cruz roja y por su puesto, un viejo, viejísimo cartel de un circo que alguna vez visitó las nobles tierras de paz y de amor de la capital naranjera de Colombia, casi podría pensarse en la vez que aquellos gitanos llevaron por primera vez hielo a Macondo, así relataba mi abuela la experiencia de ese circo, que quizá sin intenciones, perduró por muchos años, hasta esa tarde de septiembre, donde recobraron vida.
Quizá la palabra Onán desde su sentido bíblico, causa pena, pudor, un tabú, hasta una doble moral, donde frente a la sociedad se juzga, pero internamente la mente maneja su bajo perfil, imagina, muchas veces con amor o con morbo, disfruta del placer que genera imaginar, soñar, relajarse, ser libre, alcanzar una felicidad momentánea que reduce todos los niveles de estrés y permite liberarse de ataduras.
Ruptura, incomodidad. Asociado con el termino bíblico podemos asumir la sensación de pena y tabú. Sensación que se oculta en la sociedad pero que repercute en ella como un germen constante. Un ruido incesante en los momentos de supuesta tranquilidad, un ruido que solo pocos se toman el tiempo de percibir y comprender más allá. El deseo de libertad por aquello no dicho, por lo natural que reina y no se puede ocultar.
A las mujeres se nos ha prohibido sentir placer. Ha sido reprimido, juzgado, castigado y ocultado, a pesar de que tenemos un organo cuya única función es provocarnos placer. Estimular el clitoris para muchas mujeres sigue siendo algo impensable, algo que provoca verguenza y pudor. Recuerdo haber tenido un par de conversaciones con mis compareñas del colegio de monjas femenino, yo les preguntaba si alguna vez se habían masturbado, y casi ninguna lo había hecho, habían incluso caras de asco o de malestar por el tema, teníamos 17 años.
Yo no concebía y no concibo la sexualidad sin la masturbación, es la oportunidad de explorar tu propio cuerpo, de conocerlo y sentirte comoda con el tal y como es. Es conectar la mente con el cuerpo y disfrutar del presente. El placer es un asunto individual, del cual es importante hacernos cargo, saber lo que te gusta y lo que no es el primer paso para disfrutar de una sexualidad sana, consciente y placentera. Una sexualidad libre de represiones y de conformismos, porque nos la merecemos.
Incomodidad. Sonido. Movimiento repetitivo. Censurado. Su representación molesta a los oídos y es tan contundente como la bala de cañón; la piel hirviendo, el sujeto volando, y los demás incomodos queriendo negar el calor del cuerpo. Sin embargo, cómo reprochar lo aprehendido?
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Será que trasciende los tabúes, lo moral y ético de las sociedades aquel acto inmoral, grotesco, fascinante, íntimo y excitante ¿será este el acto donde puedo demostrar la legitimación que tengo sobre mi cuerpo sexual o será otra ilusión que ha colonizado mi mente con la idea de acto natural? o ¿el acto de legitimación es aquel dónde yo decido asumir el control de mi energía y transmutar aquel volcán de energía sexual como eslabón base para alinear aquellos puntos de energía que habitan mi cuerpo?
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Lo prohibido, lo mas apetecido. Aquello que pasa por nuestra mente, lo mas burdo, soez y reprochable es aquello que nos incita mas al hecho. El morbo y el sarcasmo con el que se propone cada situación llevan al lector a tener una sensibilidad mucho mas grande, no solo por querer llegar a un absoluto, sino porque es un tema que se sobrepone sobre sensibilidades y trasciende el pensamiento. Se trata de el dominio del cuerpo sobre la mente y del ser desinhibido moralmente, porque para leer… hay que tener la mente abierta.
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¿En busca de la felicidad?
Quien te la puede dar, el placer no proviene del exterior.
Lo que vemos, oímos tocamos y sentimos es una experiencia puramente personal o ¿acaso alguien sabe cómo se percibe el dulce o el ácido en mi boca?, este es un placer solo mío. Y bien sabido que jamás entenderemos como lo perciben los demás.
Significado de reproche, pecado, tabú, sucio, indecente, fácil, inmoral o significado de autoconocimiento, autoestima, intimidad, solo o acompañado.
El tabú de entender que habitamos una piel a la que le tememos o de la que nos avergonzamos.
El tabú de saber que no llegamos al placer con otros, sin conocer el propio
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Un susurro en la cercanía, un tabú no fuera de la realidad. Es nombrado en aquellos espacios de libertad colectiva, pero es inmoral con gente en la cotidianidad. ¿Se nombra? si, ¿lo conocemos? – también ¿ Es bueno? -No lo sé, ¿Es malo? Tampoco sé. ¿Lo asumimos con tranquilidad? – eso de cada quien, ¿Es excitante? quizás, tal vez. ¿Y cómo se escucha? – ruidoso, molesto, censurado, sin palabras, quizás placentero, estimulante, grotesco, mal nombrado, doble sentido, prohibido, en fin un laberinto de definiciones o significados.
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Al ver la imagen evoco lo clásico, la antigüedad y la sencillez; inmediatamente, recuerdo una tarde de septiembre, en vísperas de un aniversario familiar, cuando mi abuela al calor de un delicioso chocolate con pan y queso, buscó y rebuscó la parte baja del viejo armazón rojizo, allí reposaba un sobre de manila donde habían muchas hojas con un color amarillo pálido y con el olor peculiar que toman las hojas al ser guardadas por mucho tiempo, y que pese a ser extraño no deja de ser exquisito, esas hojas le recordaban a mi abuela sus épocas jóvenes donde dirigió la emisora del pueblito, los cursos de costura, de primeros auxilios por parte de la cruz roja y por su puesto, un viejo, viejísimo cartel de un circo que alguna vez visitó las nobles tierras de paz y de amor de la capital naranjera de Colombia, casi podría pensarse en la vez que aquellos gitanos llevaron por primera vez hielo a Macondo, así relataba mi abuela la experiencia de ese circo, que quizá sin intenciones, perduró por muchos años, hasta esa tarde de septiembre, donde recobraron vida.
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Quizá la palabra Onán desde su sentido bíblico, causa pena, pudor, un tabú, hasta una doble moral, donde frente a la sociedad se juzga, pero internamente la mente maneja su bajo perfil, imagina, muchas veces con amor o con morbo, disfruta del placer que genera imaginar, soñar, relajarse, ser libre, alcanzar una felicidad momentánea que reduce todos los niveles de estrés y permite liberarse de ataduras.
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Ruptura, incomodidad. Asociado con el termino bíblico podemos asumir la sensación de pena y tabú. Sensación que se oculta en la sociedad pero que repercute en ella como un germen constante. Un ruido incesante en los momentos de supuesta tranquilidad, un ruido que solo pocos se toman el tiempo de percibir y comprender más allá. El deseo de libertad por aquello no dicho, por lo natural que reina y no se puede ocultar.
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A las mujeres se nos ha prohibido sentir placer. Ha sido reprimido, juzgado, castigado y ocultado, a pesar de que tenemos un organo cuya única función es provocarnos placer. Estimular el clitoris para muchas mujeres sigue siendo algo impensable, algo que provoca verguenza y pudor. Recuerdo haber tenido un par de conversaciones con mis compareñas del colegio de monjas femenino, yo les preguntaba si alguna vez se habían masturbado, y casi ninguna lo había hecho, habían incluso caras de asco o de malestar por el tema, teníamos 17 años.
Yo no concebía y no concibo la sexualidad sin la masturbación, es la oportunidad de explorar tu propio cuerpo, de conocerlo y sentirte comoda con el tal y como es. Es conectar la mente con el cuerpo y disfrutar del presente. El placer es un asunto individual, del cual es importante hacernos cargo, saber lo que te gusta y lo que no es el primer paso para disfrutar de una sexualidad sana, consciente y placentera. Una sexualidad libre de represiones y de conformismos, porque nos la merecemos.
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