13 comentarios en “Cacharros (Garbage)

  1. Mi renovado interés por comprar discos de vinilo, de escucharlos en un «equipo de sonido» como le llamamos por acá, no es el de posar como hipster postmoderno y vintage, sino de recuperar el «cacharro»: Creo que uno de los males que hice de niño fue el haber desbaratado un reproductor de discos, muy sencillo, hecho de plástico, que tenían mis papás. El regaño no fue severo, pues, en realidad, en mi casa, casi no se escuchaban discos (creo que tengo los cuatro o cinco discos que tenían mis papás; un disco de Vicky -cantante de la nueva ola-; unos discos hechos de una hoja de plástico muy delgada, que venían con el diario El Tiempo, con el fin de explicar los grandes acontecimientos históricos; uno de éxitos de la década de los ochenta y uno de baladas que mi papá le regaló a mi mamá cuando la estaba flirteando). Entonces me sentí en la libertad de desarmarlo, de saber cómo funcionaba, cuál era su composición física y mecánica para que el giro permanente del disco develara la magia del sonido. Obviamente nunca más funcionó ese reproductor. Quede desencantado de mis habilidades de reparador, pero con el placer de haber abierto esa caja de música, ese dispositivo tan romántico. Hoy, de a pocos, recupero el poder del sonido mecánico, de su nostalgia. Me pierdo como siempre en su giro.

    Le gusta a 1 persona

  2. El poder manipular, armar y desarmar un chacharro es un gusto desde niño, esto alentando imágenes diversas en objetos simples y de la cotidianidad, hay muchos y muy diversos, pero creo que todos los niños pasaron en su vida un tema de jugar con objetos sencillos y de imaginar grandes proezas.

    Me gusta

  3. Curiosamente mi conexión con los cacharros es, contraria a su denominación, muy respetuosa. Desde niña fui muy delicada y cuidadosa con todos los elementos, más aún si su finalidad incluía algún uso relacionado con el conocimiento o una utilidad específica. Hasta el día de hoy todavía persevera en mí esa costumbre, al punto en que varios de los celulares que he desechado por tener tecnología obsoleta se encuentra perfectamente funcionales, guardados con sus cargadores y audífonos originales.
    Al ver la primera imagen recordé el uso obligatorio en la universidad de la HP 17BII, la calculadora financiera, que por razones económicas nunca fue mía. Todos los semestres pidiendo una prestada a algún compañero o conocido, maravillándome de su desempeño, preguntando cómo hacer para utilizar todas las memorias y guardar los flujos, averiguando qué otras utilidades podía sacarle para hacer su uso más eficiente, y sobre todo, cuidándola como la joya de la corona, porque no era mía y porque mi flujo de caja personal no me daba para tener una propia y tampoco para reponerla si la perdía o se dañaba.
    Desde el relato de la calculadora para ingenieros pude ver como a veces somos presas de las limitaciones del cuerpo, pese a las capacidades del cerebro. Como muchas veces la inteligencia y la capacidad técnica o las habilidades blandas no son suficientes para sobresalir y para hacer las cosas perfectas. Yo sé a la perfección lo que es ser muy buena intelectualmente y estar encerrada en un cuerpo defectuoso, cuyos «periféricos» de salida están seriamente averiados. Creo que para eso existen estas herramientas tecnológicas, para dar el soporte en los desniveles del desempeño corporal. Yo también he pasado por la angustia, la vergüenza y el aislamiento de un defecto físico que en ocasiones limita mi interrelación con el desempeño profesional o social, es como estar o querer estar en una caja, esperando que todo pase más rápido. Pero aunque la tecnología a veces asusta, porque va muy rápido, es bueno tomarla de la mano y usarla en beneficio propio. Confieso que no soy la más hábil, pero ya aprendí a dictarle los textos a WhatsApp.

    Me gusta

  4. Tendría posiblemente unos 5 años y mi hermana unos tres años más que yo. Mi abuela escuchaba radio en un aparato muy viejo que se abría o se cerraba con correas y botones, escuchaba «radio recuerdos» y una música muy antigua y melancólica. Siempre me pregunté quien habitaba dentro de ese aparato que producían voz y canciones, por ello le pregunté a mi hermana. Ella me respondió que eran unos hombrecitos diminutos que vivían allí encerrados. Determinado a descubrir de quien se trataba, con tijeras en mano, corté las correas y abrí los botones del radio, pero no encontré nada mas que cables, mi hermana me indicó que como en las películas debía cortar el cable correcto para que aparecieran los hombrecitos diminutos, lo hice. Lo único que logré fue que la abuela se enojara muchísimo por dañar un recuerdo tan preciado de su padre. Sin embargo, siempre me ha fascinado el mundo de la radio aunque mi relación con ella inició un poco intruncada, aún conservo la esperanza de hacer parte de ese mundo de hombrecitos que están detrás de la radio.

    Bryan Cardozo

    Me gusta

  5. ¿Qué seria de un ingeniero sin su calculadora? ¿Cómo iba a poder vivir sin poder diferenciar la ecuación de una parábola de la de una hipérbola? Muchas cosas han cambiado desde las clases de precálculo con la profesiora Giomar. Quedan sin embargo en la memoria esas pruebas fútiles de valor de ingeniero como un rito iniciático. Y como una declaración de vida: Si pude con cálculo de vectorial ¿como no voy a poder con esto?

    Me gusta

  6. Mi madre tenía una máquina de coser Singer de las poderosas, tenía pedales un sistema eléctrico fascinante y el sonido casi de turbina al coser me causaba curiosidad, una tarde sin que lo notaran mis padres me escabullí y logre estar a solas con la máquina, pero no con intención de prenderla o experimentar como se usaba, mejor que eso, con la intención de transformarla en un auto de fórmula 1 tal como veía que volaba por las Pistas Ayrton Senna, la rueda servía de timo los pedales de aceleradores y freno, pues no lo necesitaba con tan solo 8 años, siempre admiré ese artefacto, por ver a mi madre como se apasionaba en sus creaciones y porque fue mi primer auto y una de las experiencias más satisfactorias de mi vida.

    Me gusta

  7. Mi infancia gira alrededor de una radiola, bello artefacto en una madera brillante y un disco negro de varias revoluciones, escuchaba todo el día tonadas de Mozart, Shopping, Schubert, Vivaldi, melodías eternas que al escucharlas ahora me trasportan a lugares, momentos y emociones fabulosos de infancia. Recuerdo algunas escenas familiares cuando mi padre logró comprar el TV a color, recuerdo el momento en que lo prendió y mis hermanos y yo vivimos esa emoción extrema y mágica, que bonitos recuerdos. Los cacharros son parte de la magia, los juguetes fantásticos de metal, los carros de lata, las muñecas duras y sin articulaciones, pero hermosas y amadas, el trompo, la bici, la calculadora gigante de mi padre, me parece verlo sentado en la mesa tecleando su máquina de escribir, recuerdo las cintas de color negro y rojo y las tintas correctoras, el papel y su profunda concentración en su hacer mecanográfico. Mi madre en su máquina de coser Singer realizaba sus labores todas las tardes después de las 3 p.m. al inicio de la novela de turno, creo que era Lola Calamidades, el radio de pilas que adornaba su mesa de noche, una reliquia de la abuela, sonaba perfecto, el molino de maíz que reposaba en la mesa de la cocina y que mi padre usaba como apoyo a mi madre en su quehacer diario, eran arepas, mazamorra y mil cosas, magia y magia, los cacharros de casa siempre hicieron parte fundamental en el hogar. Que bonitos recuerdos.

    Me gusta

  8. Esta palabra «cacharro» en muchos contextos nos lleva a pensar en algo viejo, deteriorado o que funciona mal, pero que en su momento significo un avance tecnológico, una novedad, alusivo al progreso de la tecnología y sus avances a pasos agigantados, que fue creado como un proceso producto de la evolución de otras herramientas que estaban encaminadas a satisfacer las necesidades de un momento determinado. También nos hace replantear la forma en que la implementación de estos avances impacta en nuestro mundo y cambia las formas de vida a nivel económico, cultural, social y comportamental de una sociedad.

    Me gusta

  9. El sonido me recuerda a mi papá sintonizando la emisora en la mañana para escuchar la misa, también recuerdo el cacharro de máquina de escribir que mi hermana mayor utilizaba para hacer sus tareas de mecanografía en la escuela normal de Mogotes y como olvidar la calculadora cuando cursaba decimo en mi colegio. Considero que estos cacharros han sido parte de nuestra vida que moldean y hacen que hoy este aquí frente a otro cacharro escribiendo estas palabras.

    Me gusta

  10. Visitar la finca de la abuela paterna en vacaciones despertaba ciertas sensaciones en mi infancia. Correr, disfrutar de un aire con aromas silvestres, cocinar a la antigua (con leña), pero sobre todo, escabullirme en el espacio de los «cacharros» olvidados. Para mi padre representaban una eterna discusión con la abuela por aferrarse a cosas viejas e inservibles y una tortura por el desorden que generaban. Pero para mi hermano y para mí era un mundo mágico. Allí podíamos pasar horas y horas maravillados con máquinas de despulpar café oxidadas, herramientas de sembrado y elementos de la casa que habían sido reemplazados por unos nuevos. Nuestra creatividad no tenía límites a la hora de disponer de todo eso para nuestros juegos y escenarios ficticios.

    Me gusta

  11. !cada vez menos cacharros! cuando era niño, igual que muchos jugaba y desarmaba cuánto cacharro encontraba, un proto-circuit-bendista de los años 80, y ahora, adulto, por alguna razón no quiero vivir con tanto cacharro como antes, cada vez menos objetos, es una tarea imposible por la potencia que tiene cada cosa de convertirse en cacharro, la vida de las cosas.

    Me gusta

  12. Ahora que mis abuelos han fallecido y miro cada uno de los objetos que en su época eran novedosos, me hubiera gustado valorar más sus historias repetitivas de sus vidas y de cómo utilizaban cada uno de esos cacharros. Con nostalgia y a la vez con amor, logré rescatar algunos de esos objetos y utilizarlos en la actualidad, es increíble cómo un simple cacharro nos remonta a la infancia y nos hace añorar la compañía de los abuelos para ver sus ojos iluminados cuándo contaban sus relatos. Aún conservo la lámpara de petróleo del abuelo y que ahora adorna y alumbra el patio de la casa, la grabadora de cassette en la que cada mañana sintonizaban rcn para escuchar a Juan Gossaín y apurar la salida para el colegio, el tv a blanco y negro al cual había que adecuarle la antena de aire para que entrara la señal, el equipo de sonido para escuchar los discos de la época….

    Me gusta

Deja aquí tu recuerdo (write here your memorie)